No consientas que nadie te haga olvidar esas carreras interminables en bicicleta, con la fuente vieja como meta para el más valiente y temerario, esas piernas repletas de mercromina durante prácticamente todo el año, todas y cada una de esas luchas con el único afán de ser el último en caer al pilón de nuestra fuente ahora buena parte del año vacía.
Todas esas interminables tardes de futbol y patadas en las improvisadas porterías que acababan en momentos de baño en nuestro río, esas idílicas puestas de sol desde cualquier rincón, así como sus despertares al alba a cargo de los gallos del lugar.
No desaproveches la oportunidad de volver a contemplar sus limpias y bonitas noches estrelladas en paz y armonía contigo mismo, o el encanto de nuestras entrañables fiestas en honor a San Pedro y la hospitalidad de sus gentes.
No consientas que nadie te haga olvidar esas noches veraniegas con charlas interminables en esas, nuestras escaleras como lugar de reunión, todas y cada una de las caminatas haciendo autostop hasta conseguir que alguien pudiese acercarte hasta las fiestas de alguno de los pueblos vecinos.
El placer del disfrute de sus paisajes durante las diferentes épocas del año en función de los cultivos del momento.
No consientas que nadie te haga olvidar esos momentos de infancia juventud y adolescencia.
No te permitas caer en el error de olvidar tus orígenes pues al fin y al cabo en mayor o menor medida ellos son los causantes de aquello que eres hoy.
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