La miseria

La miseria de tantos momentos añorados en la fría soledad de un cuarto vació. De tanta confusión en cada una de esas situaciones malinterpretadas. De tantos desprecios y abandonos en los mayores momentos de necesidad.
Mientras mantiene vivos los deseos que acunan sus sueños de esperanza que no se preocupan sino de esconder cada una de sus heridas aferradas en lo más profundo de su maltrecho corazón.

La miseria de la decepción por haberse creído al cobijo de aquellos abrazos rotos. Ocultos en la lejanía de los años pasados.

De tantos momentos perdidos tras un sinfín de caricias de alquiler. No siendo capaz de ver más allá de la sinrazón llegando hasta allí donde habita el corazón.

La miseria de cada una de esas caricias fingidas, ocultas una tras otra en lo más profundo del maquillaje de la frustración. Evitando sacar a la luz demasiados momentos ocultos bajo el temor del cruel abandono, como uno de tantos viejos aperos, arrinconados entre el tumulto y el crepitar del deseo de todo aquello que tantas veces pudo ser, pero nunca fue.

Mientras, a lomos del caballo de la incertidumbre, cabalga indómito e imparable viendo como cualquier mínimo atisbo de esperanza acaba difuminándose en la lejanía de los días perdidos. Sintiéndose presa de la duda cual marioneta en manos de la melancolía. Con la acuciante necesidad de vencer esos demonios alimentados por demasiados momentos temidos, arraigados en lo más profundo de su ser.

Empeñándose constantemente en luchar por aquello que no tiene, en lugar de preocuparse por vivir cada instante como si el siguiente nunca fuese a llegar. No siendo capaz de encontrar la siempre oculta belleza bajo el manto de la tristeza. Sin comprender porque se pasa la vida inmerso entre la esperanza y la decepción.

Mientras, en su lugar, se dedica a bailar entre sueños de incertidumbre sorteando tantos momentos fingidos, pero sin conseguir evitar el naufragio en la frialdad de la más profunda indiferencia. Como gotas de agua repicando bruscamente al chocar contra el suelo a merced del danzar del viento.

Porque solo comenzamos a ser conscientes de todo aquello que tenemos cuando irremediablemente nos toca hablar en pasado

Imágenes: Pixabay

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