Esta palabra por todos codiciada y por tan pocos predicada. En estos días tan convulsos que vivimos con la incesante expansión del COVID-19 ya elevado a calificación de pandemia no reina sino la sinrazon y el egoismo por uno mismo anteponiendo los caprichos individuales frente a las necesidades colectivas de un problema claramente mundial.
Porque si de algo somos, no solo pioneros sino campeones ya no solo en Europa sino en el mundo, aquí en España es en criticar y exigir responsabilidades a nuestras autoridades y gobernantes (ya sean unos u otros) cuando ni siquiera somos consecuentes. No siendo capaces de cumplir unas recomendaciones básicas de convivencia, de “primero de párvulos”. Acatando órdenes únicamente a golpe de talonario en forma de multa o arresto bajo supervisión policial. Para justificarnos seguidamente después culpando de todo al tan famoso y por todos conocido “afán recaudatorio”
Las administraciones cierran colegios y nosotros llenamos parques con nuestros niños, nos impiden la entrada en museos y nosotros llenamos bares. Pero claro, ya se sabe que un español con un cubata en la mano no solo lo sabe todo sino que es capaz de poner soluciones a cualquier crisis mundial.
Nos aconsejan no desplazarnos, y que hacemos, una visita a nuestros lugares de orígenes a intentar regresar el domingo con los maleteros repletos de productos frescos no contaminados y si se tercia, aprovechando que los peques no tienen cole. Pues porque no, vayámonos a la playa que allí seguro que respiramos aire más puro.En fin…
Supermercados desvalijados.Productos de primera necesidad que se esfuman incluso antes de haber levantado la persiana. Ciudadanos apremiando a cajeros y reponedores la apertura de establecimientos mientras aporrean puertas y cristales. Rancios humanos llegando incluso a las manos frente a las vacías estanterías de un super, peleando ya no por un brick de leche o paquete de arroz sino por un simple rollo de papel higiénico. Ya me explicaran de los poderes nutritivos de la celulosa.
Héroes sin capa, en forma de sanitarios que al llegar a casa y y despojarse de de su bata, la mascarilla y olor a formol, encuentran sus neveras vacías, sin lugar donde comprar a causa del egoísmo del resto de ciudadanos de a pie que han abarrotado sus frigoríficos en un alarde, claro esta que no precisamente de empatía.
Aún con todo, después parecemos los más inteligentes a la hora de quejarnos tachando las decisiones de gobierno administración e instituciones así como de nuestros sanitarios (a todas luces claramente desbordados) cuando, al menos unos, ya no tengo tan claro los otros, no hacen sino desvivirse por dar lo mejor de ellos a cada uno de nosotros cuando cruzamos el umbral de un centro hospitalario.
Todo esto no me hace sino pensar que probablemente y aunque duela decirlo, no tenemos mas que lo que nos meremos. Pues a veces durante esos días y en medio de la convulsa situación que estamos padeciendo tengo la extraña sensación de despertar de un mal sueño donde estaba en un patio de colegio sin profesores, carentes de disciplina alguna en un país de pandereta ,castañuelas y olé. Porque llegado el momento, y ha de llegar porque a las puertas está. Muchos serán los que lamentarán preguntándose ¿ y la feria de Abril que? mientras que otros serán los que digan ¿ Nuestra semana santa ? no no, esa no se toca. Anteponiendo una vez más sus creencias o interese personales a un problema común. De nuevo y una vez más, ¿donde está la empatía? Si no es necesaria en tiempos tan difíciles como éstos…
Me siento atrapado en un país dentro una sociedad egoísta e individualista que no me representa.
Nos extinguiremos si,
pero claramente de estupidez
Imágenes: Pixabay
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