No me arrepiento de cada una de nuestras cómplices miradas aún a pesar de sufrir el frío vacío en sus ojos como única respuesta. cuando el más profundo de los desconciertos nos invadía.
No me arrepiento de haber cambiado tantos y tan cálidos momentos por la penumbra entre las lúgubres tinieblas del ostracismo.
No me arrepiento de no atender a sus consejos cuando me alentaba a luchar contra mis dragones, esos que alimentaban todos mis miedos.
No me arrepiento de haberme perdido entre los laberintos de la desesperación y el fracaso si gracias a ello logré alcanzar el éxito a través de sus acertados y sabios consejos.
No me arrepiento de todas y cada una de esas sonrisas regaladas tantas veces desperdiciadas.
No me arrepiento de haber evitado todas y cada cada una de esas cómplices y penetrantes miradas.
No me arrepiento de cada gesto de rechazo frente al cariño de tantas caricias entregadas.
No me arrepiento de haberme abrochado fuertemente el cinturón para sortear los baches que nos imponía cada curva del destino. Aferrándome con fuerza viendo la vida pasar tras el cristal.
No me arrepiento del fracaso a cada naufragio en el mar de sus caricias. Si con ello aprendí a mantenerme a flote y nadar aún con más fuerza.
No me arrepiento de haberme desgarrado por dentro a cada uno de mis intentos de ser mejor persona hasta conseguir abrir mi alma por completo dejando al descubierto mis sentimientos y emociones. Aún a sabiendas que en demasiadas ocasiones acabaría siendo todo lo contrario a lo que un día yo mismo me prometí.
No me arrepiento de tantas frías e indiferentes despedidas si de ellas acabó surgiendo ese apremio por sentir, buscar, amar…
No me arrepiento de haber sabido frenar y recapacitar a tiempo para hacer un hueco a mi lado. Siendo capaces de sortear los obstáculos en cada una de las cuestas arriba necesarias, atravesando mi piel hasta llegar a lo más profundo de mi ser. Consiguiendo con ello desnudar mis emociones más ocultas, sacando los sentimientos escondidos en los rincones herméticos de mi sombrío y apenado interior.
No me arrepiento de ser la víctima de los golpes en sus tempestades, si finalmente acabé siendo el dueño de ese nuevo futuro a cada comienzo de una nueva etapa en su vida. Como barco que parte con ilusión enfrentándose a cada tormenta esperando fondear entre las transparentes y cristalinas aguas de un nuevo mundo.
No me arrepiento de haber encontrado finalmente la calma en el calor de sus caricias y abrazos entre el caos y la incertidumbre de mis peores pesadillas, esas que se empeñan en aferrarse a mi siendo las causantes de mis noches más oscuras.
No me arrepiento de muchos de esos momentos fingidos si ellos acabaron siendo los causantes de que mi necesidad para con ella fuese mucho más fuerte e intensa que cualquiera de mis dudas.
Porque no me arrepiento finalmente de haberla encontrado, alguien tan fácil de querer como difícil de retener.
Porque no me arrepiento de haberla prometido el cielo sin con ello me condené a ser la víctima de la furia en todas sus tormentas.
Imágenes: Pixabay
Deja un comentario