Vértigo

Niños anclados a tablets, intentando ampliar fotografías impresas en papel de revista en cualquier peluquería de barrio.

Infancias presas de las nuevas tecnologías, adolescentes de la mano de un móvil, más preocupados por el número de likes del último post que por ayudar a su anciana vecina con la compra, mirar al otro lado al cruzar la acera o saludar a cualquier viejo conocido.

Padres y madres a destiempo, movidos por cierto ansía de querer madurar antes de lo humanamente razonable que traen al mundo criaturas desvalidas, de las que luego no van a poder ocuparse.

Jornadas de infarto en la oficina, auténticos maratones como intentos de proliferas carreras laborales, finalizadas sin éxito en demasiadas ocasiones, frías como lúgubres sótanos invadidos por el desencanto del fracaso. Ansia de poder, codicia…

Ciudades repletas de nuestros semejantes, presos de la polución y adictas al consumo desmesurado, apelotonados como chinches en cubículos, sumidos en la desesperación y temerosos por ese desconcierto del momento en que nos vemos inmersos.

Sociedad marchita y corrompida por el vertiginoso ritmo de vida impuesto por todos aquellos que se hacen llamar “nuestros dirigentes”

Ciudades atascadas, colapsadas, infraestructuras, a todas luces insuficientes. Mientras, nuestros pueblos, aquellos que otrora fuesen causantes de nuestra historia, de vernos nacer y crecer como personas y sociedad, se vacían. Esos que aún hoy y por increíble que parezca siguen siendo el motor de nuestra cadena agro alimentaria, se abandonan.

Playas abarrotadas, verdaderas joyas naturales anteriormente protegidas, ahora ya completamente devastados por la inmundicia de nuestros semejantes.

Padres que obligados en cierta medida por la situación y circunstancias del momento dejan de lado a sus hijos anteponiendo sus brillantes carreras profesionales en grandes multinacionales donde solo son un número mas. Viendo pasar de lejos su infancia, adolescencia y juventud. Pero sin darse cuenta, y de una forma totalmente inconsciente, de que están olvidando lo más importante, la educación, esa que debería funcionar como bálsamo del engranaje que mueve el mundo y sin la cual se hace imposible convivir.

Que pare este mundo, que yo me bajo!!!

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Imágenes: Pixabay

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