Sueños rotos, ilusiones robadas

Todo cambió cuando la leve brisa de la fría mañana atravesó el enorme ventanal, pillando por sorpresa a ambos aún cegados por el sol con los primeros despuntes del alba, sacudiendo fuertemente los cristales hasta resquebrajarlos, haciéndolos saltar, convirtiéndolos en añicos, virutas tan peligrosas como el frágil devenir de todos aquellos sueños que un día juntos planearon construir.

Al fin y después de todo no había supuesto sino el final de su prisión, pues parecía que por fin conseguían salir de aquella su burbuja de cristal que les mantenía aislados del mundo exterior, pero a que precio se preguntaba Lisa mientras ambos fueron sumiéndose en el olvido de aquella oscura habitación, empapada de llanto y tristeza, soledad y vació.

No tanto vacío como con el que se dio de frente él al aparecer y tras abrir la puerta de la habitación encontrarse las hojas de la ventana golpeando contra la pared, como el que sintieron sus ojos al encontrarse aquellos sueños estrellados contra el suelo entre cristales y agua dulce, tan dulce como todas esas ilusiones ya esfumadas.

No pudo evitar que sus lágrimas brotaran inundando de sal sus labios y mejillas al encontrarse aquellos dos seres indefensos y diminutos intentando aferrarse con más fuerza que nunca a la vida, mientras trataban de capturar desesperada y aún delicadamente los últimos resquicios de oxígeno entre la incertidumbre y desasosiego provocados por el agua chocando contra los cristales esparcidos como añicos por el viejo suelo.

Notó como aquellas, sus vidas se escapaban ante si pero ya nada pudo hacer por Lisa & Fran. Trato de sostenerlos delicadamente pero no pudo ser ya sino un mero espectador de última fila mientras veía como entre sus dedos aquellas miradas tristes se marchitaban, llevándose consigo lo mejor de sus vidas,lo mejor de sus deseos y todos aquellos sueños aún por cumplir, observo como sus todavía delicadas branquias dejaban de palpitar mientras sus diminutos corazones, ya jamás volverían a latir.

Irguió la cabeza de nuevo, hasta llegar a vislumbrar aun cegado por el sol lo que quedaba de la diminuta pecera esparcida y simplemente no pudo evitar llorar.

Imágenes: Pixabay

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com.

Up ↑

A %d blogueros les gusta esto: