Olvido

Oteando el horizonte, y a menudo de la mano de la edad, sobrevuela sobre nosotros sembrando todo un mar de dudas. Lastimando sentimientos, desgarrando emociones y rompiendo corazones.

Nublando la conciencia con imágenes malgastadas en la memoria del recuerdo ahogando la razón. Condenando al más cruel de los olvidos todos y cada uno de tantos momentos vividos. Dando al traste con cada una de las ya de por si viejas y gastadas esperanzas del regreso de aquello que un día fue.

Mientras, al otro lado desde tu recóndito lugar y con la impasividad de un ser inerte tratas de aprender a mirar la vida pasar con otros ojos.  Sin darte cuenta de su lento desvanecer, como si del apagar de las luces llevándose consigo la vida en la gran ciudad se tratase. Intentando hacer frente a todos esos días grises en la nebulosa del recuerdo.

A esa desorientación de mano de la ausencia de palabras y emociones. Tratando de evitar que los días acaben fundiéndose con las noches tornándose en completa oscuridad hasta desvanecerse como el humo en el horizonte de las antiguas chimeneas. Como antiguos los recuerdos de tiempos pasados y vidas mejores.

Tratando de soñar con la remota posibilidad de volver al ayer con tan solo cruzar el frágil umbral de una vieja y gastada puerta sin darnos cuenta de que el paso del tiempo no avisa, pasa sin llamar. Y ese preciso instante es el que te hace ver que solo nos queda el presente porque cuando crees que todo acaba, miras atrás y te das cuenta que en realidad nada termina.

Cuan irónico se hace pensar en la fragilidad de la mente cuando pensamos que nada muere mientras permanezca vivo en los recuerdos. Tratando de mantener presente en nosotros el recuerdo del vosotros del ayer. Dejando al descubierto la dureza del momento, esa que tanto dolor provoca. Mostrando frente a nosotros la fragilidad de aquella persona que un día dio todo por nosotros y que hoy ni siquiera es capaz de recordar un nombre, un gesto, una mirada o un simple rostro.

Poniendo de manifiesto y por increíble que parezca la vulnerabilidad de un recién nacido mientras se consume de forma vertiginosa en el recuerdo de años pasados y momentos vividos. Limitándonos a recoger los pedacitos viejos y gastados de lo que un día fue. Como pies mojándose en un mar de recuerdos en plena tempestad, esa que siempre acontece a la calma. Justo antes del olvido.

Maldita enfermedad la del OLVIDO

Imágenes: Pixabay

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com.

Up ↑

Descubre más desde Cateto incomprendido

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo