Cuantas veces nos hemos preguntado ya no por el valor o precio de la felicidad sino por ese ansiado secreto por el que todos seríamos capaces hasta de vender y en más de una ocasión, nuestra propia alma al diablo.
Nos pasamos la vida intentando buscar el modo, la excusa o el motivo que pueda justificar nuestra felicidad, sin llegar a darnos cuenta de que los días que se van ya nunca volverán, sin saber valorar todos esos pequeños detalles, por no hablar de nuestros seres queridos, esos a los que tantas veces nos cuesta dedicar un poco de nuestro valioso tiempo cuando ellos otrora nos lo dieron todo por ayudarnos a ser lo que hoy somos. Pues vivimos obsesionados por nuestras rutinas cuando lo correcto es llegar puntual, aspirando a ser el mejor o el más competitivo ya sea en nuestro grupo de amigos, en el trabajo o de nuestra promoción.
Cuan equivocados estamos al pensar que la felicidad es aquello que puedas encontrar al final del camino sin darnos cuenta de que puede estar justo ahí, a tu lado, en aquello que vas construyendo día a día, en todos esos pequeños momentos, recuerdos o detalles, en pequeños gestos o actitudes de nuestros seres más queridos, una cena con amigos o ese reencuentro tan esperado con tu añorada infancia que nunca termina por llegar.
Porque de pronto y casí sin darnos opción la vida se nos puede revelar dándonos una sacudida en forma de sorpresa inesperada arrebatándonos aquello que sin haberte dado cuenta era lo que más querías, lo más valioso, pero a la par aquello a lo que tan poco valor le dabas y tanto descuidabas.
Ese es el momento de detener la máquina y decidir pensar que la felicidad tal vez sea una forma de vida e incluso porque no, un estado emocional como consecuencia de todo aquello que te rodea en tu día a día llenándote como persona, todos esos pequeños detalles, momentos, situaciones o personas que siempre se mantuvieron a tu lado.
- Por todos esos debí haberlo intentado que te prometiste nunca decir.
- Por todos esas decisiones que te juraste no dudar en tomar.
- Por todos esos te quiero que te obligaste a decir.
- Por todos esos abrazos y caricias que te obligaste a no reprimir.
- Por todas y cada una de esas escapadas a destiempo para disfrutar solo unos instantes de ti.
- Por todo eso y mucho más, disfruta y se feliz.
gracias @irenejotade por este vídeo tan interesante que me hizo reflexionar sobre la felicidad.
Imágenes: Pixabay
Deja un comentario