Acaso, es que haciendo gala de esta demagogia tan de moda hoy día van a intentar hacernos creer ustedes señores animalistas, que el sufrimiento de un animal silvestre abatido a golpe de disparo certero es comparable al de cualquiera de uso doméstico obligado a desangrarse hasta desfallecer de una lenta agonía en cualquiera de nuestros mataderos industriales tras una espeluznante punzada, para terminar después en la carnicería de un supermercado en forma de cualquier alimento cotidiano.
Porque me encanta como predican hoy en día amparándose en esa falsa moral, o es que acaso el cerdo que ha vivido en libertad de la tranquila dehesa sin ningún tipo de stress no sufre en el preciso momento en el que el filo del cuchillo hace su reluciente aparición introduciéndose a través de la traquea hasta llegar a cercenar el corazón provocando una lenta agonía por desangramiento del animal.
Es que acaso muchas mentes hipócritas se atreverían a negar que este y otros muchos sufrimientos en algunos tipos de vida animal no son todavía hoy día necesarios en esta sociedad en la que vivimos. Esas mentes tan hipócritas que llenan su carro de la compra sábado a sábado con productos de origen animal, creyéndose resarcidos porque según ellos, son de esos que han llevado una vida digna sin maltrato y libre de presiones, pero y la dignidad en la muerte de un ser vivo para el consumo humano ¿me lo explican ustedes señores animalistas? ¿Y la dignidad en el preciso momento en el que no somos capaces de retirar de nuestra dieta productos como el jamón o el chorizo, chuletón o cualquier marisco? Igual es que olvidamos que el centollo o las nécoras también son seres vivos muertas a manos de nuestros semejantes.
Acaso es que es menos digno que un cachorro pueda desempeñar labores de ayuda con invidentes frente a tenerlo enclaustrado durante todo el día en un cubículo de no más de 60 metros cuadrados por muchos paseos que se le de. Entre sus planes también está el de prohibir el uso de determinados animales en labores de salvamento. ¿También eso es maltrato?
Abran todos ustedes sus neveras armarios y zapateros para intentar clarificar la dosis de hipocresía en la que nos vemos inmersos.

Imágenes: Pixabay
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